Todos los artistas, todos los creadores de obras, que son de carácter maternal, al final de cada período de su vida, que coincide con la finalización de su obra, se imaginan que ya han llegado a la meta y se sienten dispuestos a aceptar pacientemente la muerte por creer que están maduros para ella. Esto no es una expresión de cansancio, sino mas bien de una especie de luz y de dulzura otoñales,que, en cada ocasión la obra en sí y su madurez suscitan en el autor. Entonces el ritmo de la vida se vuelve más lento hasta el punto de espesarse y deslizarse como si fuera miel, hasta con largas pausas, hasta con la creencia en la larga pausa
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