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Saladosur

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Cesar Pavese - 3 de Poesía Juvenil


Infinito estrellado, tú, la noche a la mente

que ansiosa dices que eres el misterio;

el día efímero te esconde de la vista,

el día que no es nada en tu inmensidad,

el día que es toda la vida del hombre.

Infinito oscuro, estrellado,

solo tu silencio entiende el hombre

y dentro de una eternidad seguirás siendo misterio;

para él, siempre un misterio.


(marzo de 1924)






Todo el cielo es de humo

grave niebla-humo de noviembre

sobre la gran ciudad.

Pero no sólo noviembre

descendió sobre el mundo.

En los valles tendidos de las avenidas

los árboles negros y oscuros

se oxidan entre los cables y el humo.

Los árboles ya no tienen savia,

su antiguo latido

se contrajo y despareció.

En penumbra de la gran noche

se yerguen en las calles

vivos de otra vida.

Y se encienden entre las rígidas,

flores enormes y espectrales,

las frías flores eléctricas

que florecen en el mundo.

Las altas casas una junto a otra

los descubren inmóviles,

también ellas con grandes ojos alucinados.




Un solo, de saxofón----

Atronadora en la avenida

de pronto la orquesta se apaga.

Sobre la orquesta en sordina,

canta desplegado un saxofón ronco.


Hasta que la multitud se detiene.

Las casas indiferentes

cuelgan del cielo alrededor.


Vibra la voz bárbara.


Entonces mi vida

se hizo añicos en el suelo como un cristal.

El cansancio que antes la aplastaba

desapareció en el vórtice del sonido.

El alma inútil permanece.

Y las notas se aferran agudas

al aire, retorciéndose.


Es mi propia voz

la que resuena esta noche.

En el alma perdida

canta alto, altísimo, la soledad

un canto borracho de vida.

El cansancio huyó,

no vivo ni un momento más que el grito

modulo, exultante.

Toda mi alma

se estremece y tiembla y se abandona

en el ronco saxofón.





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