En mi gemido
conté mi soledad envejecida, conté las noches de mis días.
Mis huesos cantan el misterio del mundo
El agua perturbada de mi reposo.
Me veo en mi gemido según pavores de inocencia.
Paz, paz:
oído de mis palabras
El ruego alcanza oído a mis palabras,
carne sanada;
y hay espanto de luz en nuestras manos.
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