Delia Rosa gustaba de los árboles y de las flores en el frío.
Como potrillos en su manera de mirar entre el fuego fino
y especies de dulce piel la describen aún en la danza sin fin de la memoria desnuda
y su ternura restalla en medio de condiciones y de opciones
como una llamarada repentina entre el humo
en tanto que atuendos fugaces la establecen y la desvisten
en una viva cabriola de primavera clandestina:
digamos que como en un torrente de flores
Delia Rosa ha gustado de los árboles y de las flores en el frío.
Oh que pueda juntar como en un ramo glacial todo el olvido
y arrojarlo fuera de mi por siempre. Que entre paises y paises halle siempre
su aroma melancólico lleno de sangre viva y resplandeciente
y que goce el temblor de su memoria en una fiesta interminable
como bajo un techo de parra cargada, en un tumulto de cielo y hojas
bajo el lento límite del verano. Que dance con su intimidad
desnuda ante el estruendo de la muerte
y persista y persista en conmiseraciones sin fin
y en crueles compasiones de fuego.
y
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