Poesía
que no quiere probar nada, simple como un niño,
como un número.
Y sin embargo,
la he visto enmudecer, la he visto
palidecer en la oscura resaca del miedo,
la he visto caer
rota de amor,
en los brazos del odio.
Pobres palabras escondidas
temblando en lo invisible ¿quién las paga?
¿Será por que son piedras lanzadas al rostro de lo eterno?
¿Por que son elocuencia del silencio,
la rebeldía de lo que muere
el eco anticipado del grito de mañana?
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