top of page

Saladosur

Cesare Pavese - 2 de Inéditos

Malas compañias


Este es un hombre que fuma la pipa. Allá en el espejo

hay otro que fuma la pipa. Se miran a la cara.

El verdadero está tranquilo porque ve al otro sonreír.


Antes ha visto otras cosas. Sobre un fondo de humo

una cara de mujer inclinada hacia delante, sonriendo,

y un idiota lamiéndola con los ojos hablando.

Luego el idiota, hablando, aferrarse también a él

y arrancarle una risa maliciosa, una risa de idiota.

Y a la mujer replegarse y cerrar la boca

como si hubiese visto alguna cosa al desnudo.


Ahora bien, cuerpos de hombres desnudos la mujer los ve

de la mañana a la noche, pero se desnuda también

y trabaja sobre ellos sonriendo. Y sonrisas maliciosas las ve

y las hace en su trabajo: incluso es medio un trabajo

una sonrisa maliciosa bien hecha. Pero si una está ahí para bromear,

da lástima ver centellear en el otro,

que en silencio escuchaba hablar al idiota,

el mismo pensamiento brutal.


Mujer e idiota han vuelto a mezclar su respiración

---esos idiotas y las mujeres se parecen un poco----

y la pipa humea sobre una cara contraída.

En el humo es posible hacer una mueca

y entornar los ojos. La mujer riendo

esquiva al que habla y se le viene encima.


El vino triste (2)


La cuestión es sentarse sin hacerse notar.

Todo lo demás viene solo. Tres sorbos

y vuelven las ganas de pensarlo a solas.

Se abre de par en par un fondo de lejanos zumbidos,

cada cosa se pierde y se vuelve un milagro

haber nacido y mirar el vaso. EL trabajo

(un hombre solo no puede no pensar en el trabajo)

vuelve a ser el antiguo destino que es bueno sufrir

para poder pensarse. Luego los ojos se quedan

en el medio del aire, dolientes, como ciegos.


Si ese hombre se para y va a casa a dormir

parece un ciego que ha perdido el camino. Cualquiera

puede aparecerse en una esquina y molerlo a golpes.

Puede aparecer una mujer y acostarse en la calle,

joven y bella, bajo otro hombre, gimiendo,

como en un tiempo una mujer gemía con él.

Pero ese hombre no ve. Va a casa a dormir

y la vida no es más que un zumbido de silencio.


Desnudo ese hombre mostraría miembros agotados

y pelos animales, aquí y allá. ¿Quién diría

que a ese hombre lo recorren venas tibias

donde en un tiempo iba ardiendo la vida? Nadie

creería que en un tiempo una mujer haya acariciado

ese cuerpo, y besado ese cuerpo que tiembla,

y que lo bañó en lágrimas, ahora que el hombre,

llegado a casa, no puede dormir, pero gime.

9 visualizaciones0 comentarios

Entradas recientes

Ver todo
bottom of page