Todo el cielo es de humo
grave niebla-humo de noviembre
sobre la gran ciudad.
Pero no sólo noviembre
descendió sobre el mundo.
En los valles tendidos de las avenidas
los árboles negros y oscuros
se oxidan entre los cables y el humo.
Los árboles ya no tienen savia,
su antiguo latido
se contrajo y desapareció.
En penumbra de la gran noche
se yerguen en las calles
vivos de otra vida.
Y se encienden entre las ramas rígidas,
flores enormes y espectrales,
las frías flores eléctricas
que florecen en el mundo.
Las altas casas una junto a otra
los descubren inmóviles,
también ellas con grandes ojos alucinados
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