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Saladosur

Colectivo Poético Involuntario - Hierba sobre el mundo castigado


Los edificios se han caído. Las autopistas se han venido abajo. Recorro las construcciones sin fachada, como escenografías abiertas. Deambulo por los cuartos y veo gente muerta que parece dormida, una hija abrazada a su madre en una silla.

Camino por esos departamentos derruidos aunque todo está en su lugar como en el momento anterior a la catástrofe. Sentimos una vibración en el piso. Es un terremoto pensamos, pero todo sigue en pie.





Cuando todo pasó, recorrimos la calle.

Nos sentamos, sobre una piedra.

Nos secamos las lágrimas, con las manos sucias.

Encontramos pan, en una bolsa de basura.

Sentimos frío, en los pies.

Gritamos un nombre y nadie contestó.

Aullamos.

Robamos el abrigo de un muerto.

Hicimos un fuego.

En la palma de la mano, guardamos una brasa-





entonces vi que la ciudad se hundía

y grité después mucho después un grito que me llevó de mí hasta el tiempo

y no se oyó

¿dónde era que yo rogaba por nosotros

los que íbamos?

íbamos

con las aguas y las flores y los restos

de una frase a medio decir

porque el No alumbraba ese lugar inmenso

donde el viento de las palabras

soplaba sin cesar

y nos apagaba




Alguien debería dibujar de un modo impecable

el mapa de una ciudad loca

a la que abofeteaba el viento.


Bordeada por un mar gris y murallas de

piedra,

con gentes de poco hablar

navegando sus propios océanos.


Nombro una ciudad que no está muerta ni viva.



Vi epopeya donde debí ver miseria y degradación donde había renunciamiento. Niños vi: pero eran viejos. Y vi dioses que eran perros. ¿Sol? No: pintura fresca. Y oro en lugar de arena.


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