Sin trabajar con las palabras ahora que durante tres meses flojos
en el sangriento
vientre del año próspero y la gran riqueza de mi cuerpo
amargamente me entrego a trabajar mi pobreza y mi oficio:
Tomar, dar es todo, devolver lo que se da con hambre
chupando los kilos de maná a través del rocío hacia el cielo,
la bella ofrenda de la charla rebota en un ciego haz.
Levantarse, alejarse de los tesoros del hombre es complacer
a la muerte
que arrasará al fin con todos los recursos del aliento marcado
y contará los misterios robados, traicionados en la maligna oscuridad.
Rendirse ahora es pagarle dos veces a ese ogro ambicioso.
Antiguos bosques de sangre desciendan a la cuenca de los mares
si me dedico a quemar o a devolver a este mundo que es
el trabajo de cada hombre.
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