NADA DE NOSTALGIA
El que pueda llegar que llegue
Esta es la sal de las partidas
Una perla de amor insomne
Entre manos desconocidas
Lechos de plumas en el viento
Sólo dormimos en los médanos
Tal la gitana del desierto
En la noche del Aduanero
La gitana con una cítara
Un león la huele como una flor
Es el sueño feroz y tierno
El olfato de la pasión
Alas de nunca y de inconstancia
A través del cielo se filtran
implacables cuerpos amantes
Con sus terribles maravillas
Todas las llaves abren la muerte
Pero la vida nunca se cierra
¡Todas las llaves abren la puerta
Del puro incendio de la tierra!
CORRESPPONDENCIAS
¿Qué relación había entre aquel niño
y la pequeña calavera de pájaro
desenterrada en el jardín?
Se han olvidado tantas maravillas,
tantas estrellas se extinguieron
y el diablo canta hambriento, en el tejado.
El diminuto cráneo, leve como una pluma,
desprende aún un polen, una música
que convierte las cosas en grandes reverberos.
Una anciana
se posa en los helechos, atraviesa las flores,
pasa de un patio a otro en el desmesurado caserón
arrastrando al andar
su larga cola de pájaro.
Toneles agrios, cajones, bolsas de carbón
se apilan en el sótano
en torno a un andrajoso manequí, los muros
son húmedos y negros. Tantas veces
vuelvo a oír el crujido de la vieja escalera
y la rata que escapa.
Y la verdad que sostiene estas cosas
es la araña que teje entre las piedras
la noche que se irisa en un vaso de vino.
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