Porque no espero volver jamás,
baladita, a Toscana,
ve tú ligera y llana
donde está la dueña mía,
que por su cortesía
te honrará.
Le llevarás noticias de suspiros
llenas de duelos y de pavura,
pero cuidado con los enemigos
de la gentil natura,
no sea que por desventura
seas atacada.
Si no fueras respetada
mi angustia aumentaría
y más allá de la muerte llevaría
llanto y dolor.
Tú sabes, baladita, que la muerte
me oprime tanto que la vida me abandona
y sabes cómo el corazón late tan fuerte
por aquello que el espíritu razona.
Esta tan destruida mi persona
que no puedo sufrir:
si me quieres servir
lleva mi alma contigo
(mucho te lo ruego)
cuando muera el corazón.
Ay baladita mía, a tu amistad
esta alma que tiembla la encomiendo,
llévala contigo, que inspire piedad,
a aquella bella dama a quien te mando.
Ay baladita dile suspirando
cuando a ella te presentes:
"Este, vuestro sirviente,
siempre te será fiel:
vengo de parte de aquel
que aún te sigue adorando"
Tú, voz, asustada y débil
que llora el corazón doliente,
con el alma y con esta baladita
ve razonando de la ruinosa mente. Encontrarás una dama placentera,
de tan dulce intelecto,
que te deleitará
estar con ella siempre,
Alma y la adorarás
la vida entera.
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