A ORILLAS DEL FUEGO
Busco la palabra negra
que dejé
en los entretelones de tu oreja
cuando te amé sin límites.
No pudo haberse quebrado
en la explosión volcada por la fiebre.
Tampoco pudo deslizarse
hasta la mimosa almohada.
No la devoró el alba.
¿Dónde está entonces esa pasajera oscura?
Busco la palabra que no ha sido oída.
II
Inclinado sobre el abismo
que recorre tu cuerpo
observo allí
las ventajas del fondo.
III
Tibias como el vapor del estiércol
mis palabras sobre el amor
suben hasta tu pecho
y resucitan la cansada penumbra
donde creí, una vez,
a orillas del fuego.
Pero tu pecho ahora late
y no es
mi último pensamiento.
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