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Saladosur

Foto del escritorSalado Sur Editorial

Susana Cabuchi - 2 de SIRIA


Desde el Kassium


Miro Damasco desde el Monte Kassium,

las bibliotecas, los mercados,

la calle de la Sociedad de Poetas.

Veo desde aquí toda Siria,

patria de El Río eterno cuyas aguas

se ofrecieron a Eva.


Y ahora, en nombre

de qué pactos oscuros,

de qué violencia,

de qué carne de buitres

descienden

los mercaderes del odio,

los que queman olivos,

los cínicos,

los que lucran con los que llaman guerra,

esta falsa, esta inventada guerra,

con los dolores que produce la guerra.


Íbamos al mar. Íbamos al campo.

A Tartus, a Maaloula, a Hasaka.

Éramos libres de profesar cualquier fe

en las iglesias, en las mezquitas en las sinagogas.

Íbamos a la universidad, a las escuelas.


Y ahora vienen, usan la palabra guerra

pero vienen por nuestras casas, por nuestros hijos,

vienen por nuestras vides, por la tierra.


Ignoran

con qué honda tinta,

con qué luminosa tinta,

con qué imborrable tinta

escribimos

Libertad



Samovar


En tu asa Jeannette, en Damasco,

usé por primera vez

un samovar.

Había uno muy bello

en el comedor de la abuela Naíme,

sobre el piano.

Yo lo conocía

por las novelas rusas,

por la misteriosa vibración de su nombre.


Pero aquello que nombraban

Dostoievski, Tolstói, Chéjov,

no era ruso,

provenía de Siria.

Fue a orillas del Éufrates

donde Adán descubrió la frescura del agua,

seleccionó ramas del árbol de fuego,

algunas hojas de la planta del té

e inventó el samovar,

esa tetera del oriente,

ese cofre que guarda

los sonidos del río

de la lluvia

la memoria del sol.


Y en el centro de tu mesa

era

ofrenda silenciosa,

belleza de los días.

La infusión dorada ingresaba

a los cuerpos

como una tibia bendición.


Así lo recuerdo. Así agradezco

aquella serena plenitud.


Fayes ha muerto.

Siria padece y se desangra.

Nuestro dolor no olvida.

Pero el samovar,

ante todos los pesares de este mundo,

promete

el vapor milagroso de las tazas

la bebida aromática

la paz.


*En la margen del Éufrates/ Adán descubre la frescura del agua. J. L. Borges.


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